
Martin Buber: Sólo se vive en el espíritu, de cara al tú
Verónica Díaz de León Bermúdez, Ph.D.
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Un tópico que suele vincularse al tema de la migración es el del multiculturalismo. Diversos pensadores ofrecen argumentos cuestionando la pertinencia ética del mismo, al punto de que podríamos decir que, penosamente, aquello que se presenta como un discurso unificador de culturas no es más que otro mecanismo de dominio y segregación por parte del neoliberalismo (cuya manifestación es la globalización).
Ahora bien, haciendo un examen de memoria, y de exégesis, podemos encontrar en la postura de Martin Buber los antecedentes de la crítica hacia el multiculturalismo. Por ejemplo, cuando el filósofo vienés en su ensayo Yo y Tú nos habla de una auténtica vida pública y privada, lo hace señalando que sólo pueden ser posibles si el ser humano deja de moverse en los términos de un mundo enteramente objetivante -el mundo del eso- en donde los otros yo sólo son vehículos de bienes y servicios, donde todo se considera bajo términos de estadística y economía.
Bajo las líneas buberianas, propongo relacionar dicha perspectiva con el multiculturalismo, dado que éste carece de una verdadera disposición de reconocimiento e integración de la diferencia. En términos de Buber, podríamos decir que el multiculturalismo sólo ha promovido el mundo del eso y no el mundo de la palabra básica yo-tú.
Si “la relación es reciprocidad” (Buber, 2000: p. 15), por lo que “ la relación yo-tú acarrea una reciprocidad que involucra concretamente a ambos, el yo y el tú” (Buber, 2000: p.110), el multiculturalismo parece que no ha podido fomentar una verdadera relación entre culturas, de lo contrario –me parece- muchos de los disturbios sociales no existirían y los discursos xenófobos se diluirían.
Así que invito a considerar a Buber como referente para hablar de migración y multiculturalismo, pues es un camino que arroja sobrada luz para asumir un criterio compasivo, el cual estimo esencial para entender y aceptar la diferencia. Pero en este andar también nos daremos cuenta que las palabras de Buber poseen una incómoda vigencia, pues nos lanzan un inquietante señalamiento, que en su tiempo como en el nuestro, explican la podredumbre humana: el egoísmo.
La persona contempla su yo, mientras que el ego se ocupa de su “mi”: mi especie, mi raza, mi actividad, mi genio.
El ego no participa en realidad alguna, y no consigue ninguna. Se aparta de lo distinto y trata de poseer lo más que puede por medio de la experiencia y el uso. Tal es su dinámica: separarse y poseer, ambas cosas realizadas en el eso, en lo irreal […] su vasto y polifacético modo de ser, su ambiciosa “individualidad” no puede proporcionarle sustancia. (Buber, 2000: p. 62).
Así pues, de la mano de Buber pugno por edificar una Interculturalidad que conlleve a una sociedad solidaria de personas plurales, bajo el derrotero de que “volviéndome yo, digo tú”. (Buber, 2000: p.18).
*Referencia: Martin Buber. Yo y Tú y otros ensayos. Lilmod, 2000.